La autonomía infantil no se enseña únicamente con actividades guiadas; nace cuando los niños descubren, por sí mismos, de lo que son capaces. Eso fue lo que vivimos durante la Unidad de Indagación del Primer Período de prekínder, ‘I Can Do It’, un proceso que permitió a los niños reconocerse no como ‘los más pequeños del colegio’, sino como miembros activos, capaces y fundamentales de nuestra comunidad.
Desde el inicio, la unidad partió de una premisa sencilla pero poderosa: que los niños pudieran mirar atrás, recordar, aunque sea con fotos, que alguna vez fueron bebés, y comparar todo lo que pueden hacer ahora.
De acuerdo con Patricia Sánchez, homeroom teacher de Prekínder, “trabajamos el concepto de cambio desde esa diferencia grande entre lo que eran como recién nacidos y lo que logran hoy. Primero hicimos un ejercicio de autoconocimiento: miraban sus fotos de bebés y hablaban de lo que no podían hacer, diciendo frases como ‘ahí no podía hablar’, ‘ahí no podía caminar’. Desde ese ‘no podía’ los guiamos hacia el ‘mira todo lo que sí puedes ahora’. Eso transformó la manera de verse así mismos”
Descubrir que no son bebés: un cambio de perspectiva y un paso para promover la autonomía infantil
Para muchos de ellos, este nivel representa su llegada oficial al colegio. La mayoría llegan desde el jardín, todavía en procesos iniciales de independencia que están por consolidarse. Con frecuencia, desde afuera son percibidos como “los chiquitos del Colegio”; sin embargo, esta unidad vino a romper esa percepción.
Durante las primeras semanas, comprendieron que no son bebés, que ya son niños capaces de tomar decisiones, de crear, de imaginar y de desarrollar habilidades que sorprenden por su profundidad y autonomía.
Actualmente, nos encontramos en candidatura para implementar el Programa de la Escuela Primaria (IB PYP), para seguir ofreciendo un continuo educativo con altos estándares internacionales de excelencia académica y humana.
Y precisamente fue este enfoque reflexivo del PEP nos llevó a profundizar en el concepto general de cambio, pero también en los conceptos específicos de causa, perspectiva y conexión, que surgieron naturalmente mientras exploraban su propio crecimiento.
El día que dijeron “yo puedo construir una Casa Castillo”
La unidad tomó un giro inesperado y maravilloso cuando en una clase de P.E., mientras exploraban lo que su cuerpo podía hacer, un niño dijo algo distinto:
“Yo también puedo imaginar.”
A partir de esa frase surgió la pregunta que transformó toda la experiencia ¿qué podían imaginar? la respuesta fue contundente: “podemos construir una Casa Castillo”.
Y así, lo que empezó como una actividad espontánea se convirtió en una experiencia profundamente transdisciplinar. La madera, los tornillos, la pintura, los martillos y los taladros se volvieron herramientas de aprendizaje. Los niños midieron, compararon peso, clasificaron objetos, identificaron triángulos y cuadrados, entendieron resistencia y equilibrio, imaginaron estructuras y resolvieron problemas reales.
“Cuando aparecieron las herramientas, como adultos lo primero que pensamos es: ‘se van a cortar o lastimar ’. Pero uno también tiene que quitar ese miedo de la mente y reconocer que, a veces, no son los niños los que no pueden, sino el adulto el que no les permite intentarlo. Y sí, da susto, porque una herramienta puede ser peligrosa, pero también es una oportunidad para enseñar que no se trata de golpear o lastimar, sino de controlar el cuerpo, entender cómo funciona y reconocer que todo depende de cómo sea usado”, nos cuenta Viviana Betancourt, profesora de P.E.
Sin saberlo, estaban integrando matemáticas, ciencias, arte, lenguaje, música e incluso habilidades sociales y comunicativas.
A diferencia de otros proyectos académicos, la muestra de esta unidad no se planeó como un evento final. No hubo ensayos ni estructuras rígidas. Fue simplemente visible. Día tras día, la Casa Castillo crecía en la zona verde, captando la atención de estudiantes, docentes y hasta colaboradores de otras áreas.
Sin embargo, si hubo muestra de unidad, pero tuvo el mismo sentido vívido que ellos experimentaron a lo largo de su unidad, algunos colaboradores fueron invitados por los niños a su ‘Casa-castillo’, para participar junto a ellos en el proceso final de construcción, momento en el que se elaboraron muebles, cocina y algunos otros elementos de una casa.
Los niños de está etapa vivieron algo único: ser reconocidos.
Patricia Sánchez lo resume así: “Ellos se dieron cuenta de que son parte del colegio. Que los ven. Que los docentes, las personas de administración e incluso la rectora sabían quiénes son y lo que estaban haciendo. Que lo que hacen importa y se nota. Eso para ellos fue un logro gigante”.
Autonomía infantil: El mayor logro es creer en sí mismos
Si bien hubo aprendizajes académicos profundos (geometría, lenguaje, resolución de problemas, motricidad fina, trabajo colaborativo), hubo un logro que trascendió lo curricular: la confianza en sí mismos.
“Cuando aparecieron las herramientas, como adultos lo primero que pensamos es: ‘se van a cortar o lastimar ’. Pero uno también tiene que quitar ese miedo de la mente y reconocer que, a veces, no son los niños los que no pueden, sino el adulto el que no les permite intentarlo. Y sí, da susto, porque una herramienta puede ser peligrosa, pero también es una oportunidad para enseñar que no se trata de golpear o lastimar, sino de controlar el cuerpo, entender cómo funciona y reconocer que todo depende de cómo sea usado”, nos cuenta Viviana Betancourt, profesora de P.E.
La homeroom teacher lo ejemplifica con una anécdota que resume la esencia de la unidad.
Días después, uno de los niños no lograba ponerse los zapatos y repetía que “no podía”, porque en casa siempre lo hacían por él. Ella lo miró y le dijo:
“Tú construiste una Casa Castillo. Martillaste, cortaste madera, usaste un taladro… ¿realmente crees que no te puedes poner los zapatos?”
El niño no respondió. Pensó un momento. Y segundos después se los puso solo.
Ese momento, más que cualquier otro, refleja lo que significa promover la autonomía infantil y las profundas ganancias que surgen a partir de experiencias auténticas de aprendizajes significativos.
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